16 de julio de 2013

Juan a toda velocidad


Hace unas cuantas noches, estaba terminando un artículo cuando recibí un correo electrónico del escritor y amigo Juan Soto Ivars que traía esta foto. Me decía que acababa de tomarla y que la chica que leía mi novela no apartaba la vista del libro.

Le pregunté dónde estaba sólo para ubicar la escena. En el metro de Madrid, me dijo.

Era tarde. Continué trabajando, pero mucho más feliz. Era una felicidad rara, que no sé si podré o sabré explicar. Mientras yo ultimaba un artículo que corría prisa (como todos, los artículos pertenecen a una subespecie que no fructifica en calma), sabía que en algún lugar del subsuelo madrileño estaba esta mujer de la foto, leyendo Habitaciones cerradas con interés, mientras el flamante Premio Ateneo Joven de Sevilla de este año la espiaba y fotografiaba. 

Les imaginé a toda velocidad, a la lectora y a Juan, bajo en entramado de calles de Madrid. Bueno, debo deciros que a Juan es fácil imaginarle a toda velocidad: un talento como el suyo no va nunca despacio (¿Habéis leído Siberia? Pues no sé a qué esperáis.) Luego les imaginé emergiendo. Mi libro en la superficie, liberado, paseado, querido. La chica y Juan tomando direcciones diferentes, tal vez opuestas.
Mi libro en busca de nuevos curiosos. Juan de cacería por Madrid.

Terminé el artículo con una sonrisa de oreja a oreja.  

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